Barcelona vive un momento excepcional por lo que respecta a la inversión inmobiliaria. En total, en 2019 alcanzó 2.816 millones de euros, una cantidad que no veíamos desde hace décadas en la capital catalana. Estas cifras contrastan sin embargo con las del conjunto de España, donde el mercado inmobiliario sufrió una caída interanual de 12.072 millones de euros, un 41%, según los datos de la consultora inmobiliaria CBRE.
los bajos tipos de interés y la gran liquidez existente a nivel internacional son la causa de estas buenas cifras en Barcelona, donde se ha fomentado la inversión en ladrillo. Esto además ha coincidido en la capital condal con la puesta a la venta de una considerable cantidad de edificios de gran tamaño. En concreto, se vendieron en 2019 diez activos por importes de más de cien millones de euros, lo que ha disparado el volumen total del año hasta los 2.816 millones antes mencionados, un 44% más que en 2018.
La inversión inmobiliaria en Barcelona es un aire de esperanza en un momento de estancamiento para el sector inmobiliario, a la espera de conocer las políticas que implementará el nuevo Gobierno de España en esta materia.
Aunque parezca contradictorio, el efecto del coronavirus en la Bolsa se está notando en el sector inmobiliario a nivel positivo. El coronavirus se está convirtiendo en el gran culpable de la tendencia a la baja de la bolsa con una caída acumulada del 11,76% y la peor cifra desde hace diez años. Esto plantea la posibilidad de que los bancos centrales tengan que intervenir para evitar una caída de la economía mundial y el peligro que planea sobre los mercados.
Este panorama tiene efectos colaterales positivos y dinamizadores para el mercado inmobiliario español en general y de Barcelona en particular. La falta de seguridad de las inversiones en bolsa ha disparado en su lugar la atención por la inversión inmobiliaria en las principales plazas españolas, especialmente en Barcelona, donde el interés de los inversores ha crecido un 30% en las últimas semanas.
No es raro que en un momento en el que la volatilidad de los mercados bursátiles es más que evidente, los inversores se muevan hacia otros sectores más seguros como el mercado inmobiliario. La prioridad de los inversores en estos momentos es minimizar riesgos y apostar por activos estables que vayan a asegurar una rentabilidad de, por lo menos, entre el 3 y el 6 por ciento.
Dicha rentabilidad es la que se percibe de forma intrínseca con los alquileres, sin contar el efecto del apalancamiento financiero, que puede aumentar esta rentabilidad hasta el 8 y el 9 por cien. El retorno de la inversión puede ser más elevado si se considera las potenciales plusvalías que pueden obtenerse en el momento de la venta.
Con presupuestos que van desde el millón hasta los diez millones de euros, el principal objetivo de los inversores de Barcelona es la reorganización de su patrimonio. Por ello han puesto el foco en la adquisición de edificios en el centro de la ciudad y también de locales comerciales en las principales arterias de Barcelona. El distrito del Eixample y determinadas calles de Ciutat Vella siguen siendo las zonas más solicitadas por los inversores inmobiliarios, ya que engloban una parte muy importante de la oferta inmobiliaria, con una elevada concentración de empresas, locales comerciales y negocios turísticos.
El comercio online ha reducido la facturación de las tiendas a pie de calle, que se encuentran ahora en segunda línea, pero en las principales calles de la ciudad condal, la actividad continúa siendo frenética. En calles como la Rambla de Catalunya o el Paseo de Gracia, la rentabilidad se sitúa en torno al 3 y 4 por ciento.
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